A día de hoy, las hamburguesas sin bajarnos del coche y los pedidos “Click and Collect” que recogemos en los parking son el pan de cada día. Más aún con la pandemia. Pero, ¿cuál es su origen? ¿Cómo han avanzado los procesos en los Estados Unidos, país de su creación? En este cuarto capítulo sobre la Revolución del Comercio, te lo descubrimos.

Y es que allá por los años 30, en Misuri, lo que el comerciante buscaba era seguridad. ¿Ingresar el dinero en el banco sin bajarte de tu coche? Parecía la mejor opción para huir de manos ajenas.

A partir de ahí, los restaurantes, las farmacias, los autocines y las tiendas tomaron ejemplo y comenzaron a ver posibilidades de negocio en un modelo que primaba, además de la ya mentada seguridad, la comodidad.

El primer restaurante para coches fue Pig Stand, abierto en Texas en 1921. Se trataba de un drive in, un formato en el que el cliente pedía desde el coche y esperaba aparcado a que un empleado le trajera su encargo. A partir de ahí, comienza el germen del drive thru: una fila de vehículos en la que pasas por ventanilla para recibir tu servicio, sea éste comida, retirada de efectivo o una caja de aspirinas. En Misuri, en 1947, Red’s Giant Hamburger nació como el primer drive thru de la historia.

Aunque la fórmula enamoró al público, no fue hasta 1975 cuando la archiconocida marca McDonalds se apuntó a la novedad. A pesar de su tardanza, con más de 3.000 locales por el mundo, fue a la cadena de comida rápida a quien se le reconoció la globalización del invento.

El comercio en el coche en tiempos de pandemia

Ahora que la distancia social es una obligación, estas fórmulas tan americanas toman relevancia. No solo en el país de los sueños, sino en el resto del mundo.

Así, son muchas las empresas que han tenido que reinventarse y, granjas como Butler’s Orchard, cargan ahora la compra en los maleteros de los coches de sus clientes, algo impensable hace tan solo unos meses para una señora de 92 años que lleva toda su vida al mando del negocio. Ha sido esta, su tercera generación, a la que le ha tocado apostar por este formato para sacar adelante la empresa.

Como este ejemplo encontramos miles a lo largo del país: desde club de striptease que ofrecen cena con espectáculo erótico en tu coche hasta iglesias que funcionan como un autocine, pasando por velatorios sobre ruedas para poder despedirnos de aquellos que se marchan.

De esta manera, hoy en día en EEUU es posible hacer casi de todo sin bajarse del coche: dejar a los niños en el cole, la ropa en la tintorería, comprar comida o ver un espectáculo de Navidad. También cosas más insólitas como ejercer tu derecho al voto, comprar una casa o contraer matrimonio.

A día de hoy, contar con todas estas posibilidades es una gran opción para que los comercios se reinventen y no pierdan valor ante la crisis que se avecina. La duda recae en el futuro: ¿nos volveremos tan cómodos que solo querremos ir a buscar la compra, sin pasear los pasillos de la tienda de decoración? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que dejemos de pedir pizzas y vayamos a cenar presencialmente a nuestro italiano de siempre? Solo el tiempo sabrá hasta qué punto llegará esta Revolución del Comercio, nacida en los años 20 y ahora, más viva que nunca.